Una vez en el descansillo, K llamó al timbre y esperó. Tras unos instantes le abrió la puerta su amigo, el notario, y tras saludarle efusivamente le condujo a su ajado despacho, que aún conservaba algún resto de su antigua elegancia. K le informó rápidamente de su venta y depositó las llaves de su piso encima de la mesa. El notario se introdujo rápidamente en la plataforma de la ANR y con su firma electrónica hizo constar el hecho del depósito y la dirección de su notaria. Una vez consumada la operación el comprador no tendría más que pasarse por su oficina para recoger las llaves antes de visitar físicamente su nueva propiedad. K firmó el acta de depósito e hizo ademán de sacar de su cartera los 30 euros estipulados. Su amigo no se lo permitió, pese a sus insistentes protestas. Tras unos instantes de silencio K le dijo que se lo agradecía, de verdad, pero que así no se sacaba adelante un negocio. El notario suspiró.

• - ¿Qué tipo de trabajo tienes ahora? - Le preguntó K.
• - Bueno, pues el muy sencillo ligado a hechos, que prácticamente no resulta rentable, como el que te ha traído hasta aquí, y el muy complejo y enrevesado, básicamente de tipo sucesorio, que no solo es escaso de por sí, sino que tenemos ahora que repartir con cerca de mil notarios más tras la fusión con los registradores, a los que hubo que dar una salida tras la creación de la ANR. ¿Y qué pasó con el resto de las operaciones?
• - ¿Y qué pasó con el resto de las operaciones?
• - Ja ja, lo acabas de experimentar en primera persona, querido K. Vienes de realizar una operación de venta inmobiliaria sin notarios, registradores, apis, gestores y casi sin bancos, o por lo menos sin empleados de bancos. No es un sistema ideal, como si tienes tiempo podría explicarte, pero se tuvo que implantar ante la pasividad de todos esos protagonistas que vieron pasar el fenómeno sin molestarse en reflexionar ni un instante. Yo incluido, por cierto - añadió con tristeza.
• - ¿Tú también? - preguntó K con incredulidad.
• - Bueno, yo, como la mayoría de mis compañeros, claro. En 2016, tras unos años muy conflictivos socialmente, la hipoteca estaba en el punto de mira periodístico y judicial, incluido a nivel europeo, y nadie supo ni quiso salir en su defensa. Ni tampoco del papel que jugábamos o podíamos jugar en ella en beneficio del tráfico en su conjunto. Unos pocos compañeros se organizaron para tratar este y otros temas conexos en un simposio, pero la mayoría no asistimos, pensando que alguien arreglaría el asunto por nosotros. Craso error, porque eso nunca ocurre.
• - No quiero ofenderte, pero... -dudó K antes de continuar- ¿No estamos mejor así? ¿No es todo mucho más rápido, más seguro y más barato? ¿Acaso antes no os limitabais a firmar lo que os ponía el banco por delante?
• - Lo que yo critico es precisamente que no supiésemos ofrecer una alternativa mucho mejor a la que ha terminado por imponerse. Si los notarios y los registradores hubiésemos actuado de común acuerdo con la vista puesta en el servicio público seguro que hubiéramos tenido que sacrificar algunos intereses, pero hubiéramos pilotado el cambio y el resultado sería hoy mejor para los ciudadanos. En este momento el sistema presenta muchas deficiencias, de seguridad, libertad, información... Los abusos continúan pero debidamente disfrazados. Vivimos en una sociedad mucho más totalitaria, y la gente no se da cuenta.
• - Explícate.
• - Hoy el sistema funciona a base de formularios rígidos a los que unos oscuros empleados de la AIPUS les han dado el visto bueno, vete a saber cómo o por qué. La Ley 654/2019 impide a los tribunales entrar en el examen de esos formularios. Es cierto que se recurrió al TC, pero diga lo que diga el Tribunal -porque el asunto todavía está pendiente- el resultado será malo. Por otra parte la gente no sabe lo que firma, nadie les explica nada. Solo se les dice que sus clausulados no son abusivos, y se quedan tan anchos. Pero aun, se lo creen. El asesoramiento global y en abstracto de esas asociaciones de consumidores, muchas absolutamente ligadas a las grandes entidades, es cuanto menos sospechoso, por ser amable. Y por lo que respecta a los controles de identidad y capacidad... qué quieres que te diga. El fraude tecnológico está en aumento, todos los días salen noticias de abuelos despellejados por sus familiares que terminan siendo indemnizados por el fondo público de la ANR con cargo al contribuyente, pero que se quedan sin casa, tras la supresión del art. 33 de la LH, consecuencia inevitable del automatismo del sistema. El montaje se está revelando inasumiblemente caro para el Estado. En fin, podría seguir, pero, ¿a quién le importa? Ya es demasiado tarde... -afirmó el notario con tristeza-. Ni nos preocupaba cómo funcionábamos en la práctica ni qué debíamos hacer para adaptarnos. Ese maldito simposio...

Mientras K bajaba las escaleras de vuelta a la calle, tras dejar a su amigo enfrascado en el análisis de una compleja rectificación de herencia, se preguntó qué sería de él mismo en unos pocos años. El cambio tecnológico estaba arrasando con todo y tarde o temprano le llegaría a él. Comprendió de golpe que no se trataba tanto del cambio en si, como de quién lo estaba dirigiendo. Pese a las analogías al uso, lo que pedía paso no era una ola o una tormenta -una fuerza ciega de la naturaleza- sino un ejército humano con generales y estado mayor, todos con agenda propia. Al llegar a la calle se abrochó la chaqueta y se ajustó la corbata. Definitivamente, la pasividad no era la mejor política

Continuará...